jueves, 22 de septiembre de 2016

El Perdon y el Alzheimer

He tenido la fortuna de conocer extraordinarias personas que por azares del destino y sorpresivamente se encuentran cara a cara con le enfermedad de Alzheimer ya sea de su padre, abuelo, tío o amigo. Lo maravilloso de esos seres es la cantidad de amor que demuestran y la gran misericordia para con el enfermo que emiten. Muchas veces uno pensaría que se trata del interés económico que podría traer el cuidar al adulto mayor de quien sabemos no le esperan muchos años de vida, sin embargo no es así; puesto que muchos de ellos en su mayoría, apenas cuentan con una pensión miserable o incluso no tienen absolutamente ningún ingreso. Otros por su parte no solo no tienen un capital económico que heredar sino que cuando conozco su historia de vida, me percato que distan mucho de haber sido unos padres modelo, sino todo lo contrario, en su vida fueron abusivos, golpeadores, agresivos y hasta infieles. De ahí la sorpresa de encontrar a cuidadores de enfermos con demencia que tienen el  “Don del PERDON”:
Que es lo que permite que unos hijos o familiares puedan olvidar los agravios cometidos por un enfermo con Alzheimer de su vida pasada?
Como es posible que habiendo sido en su vida “malos” padres o esposos aun cuentan con la fortuna de tener hijos o esposos que los cuidan con cariño y desean lo mejor para ellos?
Para nosotros como médicos, la capacidad de perdonar de esos familiares nos sorprende y nos habla del gran ser humano que por encima de todo, al igual que el enfermo con Alzheimer; ese cuidador ha olvidado todo el pasado y el daño o sufrimiento que esta persona le pudo causar y hoy día se dedican en cuerpo y alma sinceramente a brindarles su amor.
LA CLAVE:
Leyendo el artículo de David Fishman y el perdón, podríamos dar con la clave del porque sucede este extraordinario “Don del Perdón” en algunas familias Alzheimer.
Podríamos inicialmente pensar que quizá se trata de una madurez interior de esos cuidadores, que primero que nada tuvieron que saber superar un proceso de duelo completo, con sus etapas de; negación, enojo o rabia, negociación, depresión y aceptación.
Es decir después del diagnóstico médico de la enfermedad, todos tendremos que vivir un proceso de duelo, por ese ser humano que en vida estamos perdiendo, pues ha dejado de ser quien el era en realidad, para convertirse en otra persona desconocida para nosotros.
Por otra parte, se dice que al no perdonar a otras personas, nosotros vivimos con una ilusión de que les hacemos daño en venganza por lo que ellos nos han hecho; pero esto suele ser completamente al revés, puesto que al perpetuar el sentimiento de coraje contra ellos, nosotros nos seguimos haciendo daño internamente e incluso ese sentimiento nos puede ocasionar daño a la salud, por la liberación adrenérgica que ocasiona el coraje y que a su vez es capaz de incrementar la presión arterial y la frecuencia cardiaca que en algunos casos desencadena un ataque cardiaco.
Muchas situaciones en la vida familiar nos causan decepción, dolor y rabia, pero de nosotros dependerá si esa rabia se mantiene durante muchos años para poder contarla a todas las personas cercanas y así sentir que nos liberamos de ella, por el sentimiento de apoyo y compasión que nos brindan los demás, al sentirnos víctimas, o por el contrario nos hacemos responsables de esos sentimientos y tomamos el control de nuestra vida y emociones y aprendemos a manejar la situación de manera positiva, perdonando. “El pasado, pasado es”
Dicen y así lo creo, que al  no perdonar continuamos en el papel de víctima y recibimos simpatía y consuelo de los demás, al volvernos adictos a esta percepción de aceptación del mundo; no nos conviene perdonar a quien supuestamente nos hace daño. Es lógico no? Sin embargo el verdadero perdón nos trae una Paz interior y evita que nuestro dolor se convierta en una enfermedad del rencor.
Todo lo contrario sucede en esos familiares que conocen la clave del perdón y se dan cuenta que es mejor perdonar el daño que nos han hecho consciente o inconscientemente nuestros enfermos hoy ya con Alzheimer y que sea como fuere, hoy nos toca cuidarlos a ellos; que acaso eso no nos hace más grandes como seres humanos?
Reclamarles en estos momentos, no tendría ningún beneficio; puesto que sería lo mismo que alguien nos reclame un acto del cual nosotros hemos olvidado por completo y aunque nos griten, agredan o insulten por un hecho que nosotros no recordamos, todo quedaría igual, no sentiríamos arrepentimiento y por tanto tampoco pediríamos perdón sincero, lógicamente de lo que no hemos cometido.
Si yo tengo la capacidad de olvidar lo desagradable que me haya hecho una persona que hoy sufre una enfermedad como el Alzheimer, me pongo por encima de mis emociones, manejo una inteligencia emocional, que me permitirá ser feliz y vivir con paz. Y por si fuera poco me convertirá en una persona resiliente es decir un sobreviviente de la vida, una persona que trasciende y crece consigo misma.
Por tanto, la enfermedad de Alzheimer nos brinda la oportunidad de perdonarnos a nosotros mismos por imperfectos y perdonar a los demás para crecer interiormente.
No pierdan la oportunidad de vivir el perdón sincero, amen a sus enfermos con Alzheimer sin heridas ni cicatrices en su alma. Ellos han olvidado los agravios cometidos y su capacidad de juicio no les permitirá medir las consecuencias, en cambio sí podrán percibir el cariño de los demás; esa capacidad de percibir el afecto y el amor de otras personas, permanece intacta hasta muy avanzada la enfermedad.
Perdónalo Hoy.
Perdonar es el valor de los valientes. Solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar. Anónimo
 Dr Victor Fernando Villa Esteves