He tenido la fortuna de conocer extraordinarias personas que
por azares del destino y sorpresivamente se encuentran cara a cara con le
enfermedad de Alzheimer ya sea de su padre, abuelo, tío o amigo. Lo maravilloso de esos seres es la cantidad de amor que demuestran
y la gran misericordia para con el enfermo que emiten. Muchas veces uno pensaría que se trata del interés económico
que podría traer el cuidar al adulto mayor de quien sabemos no le esperan
muchos años de vida, sin embargo no es así; puesto que muchos de ellos en su mayoría,
apenas cuentan con una pensión miserable o incluso no tienen absolutamente ningún
ingreso. Otros por su parte no solo no tienen un capital económico que heredar
sino que cuando conozco su historia de vida, me percato que distan mucho de
haber sido unos padres modelo, sino todo lo contrario, en su vida fueron
abusivos, golpeadores, agresivos y hasta infieles. De ahí la sorpresa de encontrar a cuidadores de enfermos con
demencia que tienen el “Don del PERDON”:
Que es lo que permite que unos hijos o familiares puedan
olvidar los agravios cometidos por un enfermo con Alzheimer de su vida pasada?
Como es posible que habiendo sido en su vida “malos” padres
o esposos aun cuentan con la fortuna de tener hijos o esposos que los cuidan
con cariño y desean lo mejor para ellos?
Para nosotros como médicos, la capacidad de perdonar de esos
familiares nos sorprende y nos habla del gran ser humano que por encima de todo,
al igual que el enfermo con Alzheimer; ese cuidador ha olvidado todo el pasado
y el daño o sufrimiento que esta persona le pudo causar y hoy día se dedican en
cuerpo y alma sinceramente a brindarles su amor.
LA CLAVE:
Leyendo el artículo de David Fishman y el perdón, podríamos dar
con la clave del porque sucede este extraordinario “Don del Perdón” en algunas
familias Alzheimer.
Podríamos inicialmente pensar que quizá se trata de una madurez
interior de esos cuidadores, que primero que nada tuvieron que saber superar un
proceso de duelo completo, con sus etapas de; negación, enojo o rabia, negociación,
depresión y aceptación.
Es decir después del diagnóstico médico de la enfermedad,
todos tendremos que vivir un proceso de duelo, por ese ser humano que en vida
estamos perdiendo, pues ha dejado de ser quien el era en realidad, para
convertirse en otra persona desconocida para nosotros.
Por otra parte, se dice que al no perdonar a otras personas,
nosotros vivimos con una ilusión de que les hacemos daño en venganza por lo que
ellos nos han hecho; pero esto suele ser completamente al revés, puesto que al
perpetuar el sentimiento de coraje contra ellos, nosotros nos seguimos haciendo
daño internamente e incluso ese sentimiento nos puede ocasionar daño a la
salud, por la liberación adrenérgica que ocasiona el coraje y que a su vez es
capaz de incrementar la presión arterial y la frecuencia cardiaca que en
algunos casos desencadena un ataque cardiaco.
Muchas situaciones en la vida familiar nos causan decepción,
dolor y rabia, pero de nosotros dependerá si esa rabia se mantiene durante
muchos años para poder contarla a todas las personas cercanas y así sentir que
nos liberamos de ella, por el sentimiento de apoyo y compasión que nos brindan
los demás, al sentirnos víctimas, o por el contrario nos hacemos responsables
de esos sentimientos y tomamos el control de nuestra vida y emociones y aprendemos
a manejar la situación de manera positiva, perdonando. “El pasado, pasado es”
Dicen y así lo creo,
que al no perdonar continuamos en el
papel de víctima y recibimos simpatía y consuelo de los demás, al volvernos
adictos a esta percepción de aceptación del mundo; no nos conviene perdonar a
quien supuestamente nos hace daño. Es lógico no? Sin embargo el verdadero perdón
nos trae una Paz interior y evita que nuestro dolor se convierta en una enfermedad
del rencor.
Todo lo contrario
sucede en esos familiares que conocen la clave del perdón y se dan cuenta que
es mejor perdonar el daño que nos han hecho consciente o inconscientemente
nuestros enfermos hoy ya con Alzheimer y que sea como fuere, hoy nos toca
cuidarlos a ellos; que acaso eso no nos hace más grandes como seres humanos?
Reclamarles en
estos momentos, no tendría ningún beneficio; puesto que sería lo mismo que
alguien nos reclame un acto del cual nosotros hemos olvidado por completo y
aunque nos griten, agredan o insulten por un hecho que nosotros no recordamos,
todo quedaría igual, no sentiríamos arrepentimiento y por tanto tampoco pediríamos
perdón sincero, lógicamente de lo que no hemos cometido.
Si yo tengo la
capacidad de olvidar lo desagradable que me haya hecho una persona que hoy
sufre una enfermedad como el Alzheimer, me pongo por encima de mis emociones,
manejo una inteligencia emocional, que me permitirá ser feliz y vivir con paz.
Y por si fuera poco me convertirá en una persona resiliente es decir un
sobreviviente de la vida, una persona que trasciende y crece consigo misma.
Por tanto, la
enfermedad de Alzheimer nos brinda la oportunidad de perdonarnos a nosotros
mismos por imperfectos y perdonar a los demás para crecer interiormente.
No pierdan la
oportunidad de vivir el perdón sincero, amen a sus enfermos con Alzheimer sin
heridas ni cicatrices en su alma. Ellos han olvidado los agravios cometidos y
su capacidad de juicio no les permitirá medir las consecuencias, en cambio sí podrán
percibir el cariño de los demás; esa capacidad de percibir el afecto y el amor
de otras personas, permanece intacta hasta muy avanzada la enfermedad.
Perdónalo Hoy.
Perdonar
es el valor de los valientes. Solamente aquel que es bastante fuerte para
perdonar una ofensa, sabe amar. Anónimo
Dr Victor Fernando Villa Esteves
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